Gotas Pasadas
4/24/20252 min leer


El cristal empañado era un velo grisáceo que difuminaba el mundo exterior, transformando los árboles desnudos en espectros danzantes bajo la lluvia persistente. Mariana, con su vestido de seda azul noche ondeando suavemente a su alrededor como un recuerdo líquido, apoyó la frente en el frío vidrio. La ventana, con sus cuadrículas, parecía dividir no solo el paisaje, sino también los fragmentos de su propia memoria. Cada gota que resbalaba lentamente era un suspiro del pasado, una nota solitaria en la sinfonía silenciosa de la tarde.
Sus manos, delicadas y pálidas, se aferraban a los bordes de la madera, como si intentaran asirse a un instante fugaz. La luz mortecina de la tarde se filtraba a través de las nubes, bañando su rostro en una suave penumbra que acentuaba la tristeza pensativa en sus ojos. No había lágrimas, solo una profunda quietud, una aceptación melancólica del fluir inexorable del tiempo.
Recordaba otras lluvias, otras ventanas. La infancia en la casona familiar, las risas apagadas, los secretos susurrados al oído de una hermana que ya no estaba. Cada aroma a tierra mojada, cada golpe sordo de la lluvia contra el cristal, despertaba ecos de voces olvidadas, de caricias perdidas en la bruma de los años.
Mariana siempre había sido una buscadora de horizontes, una mujer que desafiaba las convenciones con la elegancia de su espíritu libre. Pero en esa tarde lluviosa, la intemperie exterior parecía reflejar una tormenta interior, una conciencia aguda de cómo las estaciones de la vida dejan su huella imborrable. La belleza melancólica del paisaje invernal, con sus tonos fríos y su atmósfera suspendida, era un espejo de la quietud que a veces invade el alma, un recordatorio de que incluso la vitalidad más exuberante se desvanece con el tiempo.
La lluvia seguía cayendo, tejiendo un manto de olvido sobre el mundo. Y en la soledad de su contemplación, Mariana comprendió que la verdadera visión no reside en la nitidez del presente, sino en la capacidad de percibir las tenues siluetas del ayer danzando tras el velo del ahora.